domingo, 16 de diciembre de 2012

Cuchumá e Iztakat, y su desafío a los Dioses

—y así nació Tecate—

Cuentan las primeras crónicas indígenas, que a lo que hoy es Tecate, lo llamaron “Valle de la Lechuza”, hace más de 300 años; que en lengua nativa corresponde a “MAT CHIKCAK” que literalmente se traduce a: "tierra donde hay muchas lechuzas".

La montaña sagrada —Sierra la Rumorosa— desde tiempos inmemorables fue asociada con pequeños valles fértiles; donde crecían verdes pastizales; y largas cañadas, cubiertas de encinos, bellotas —frutos del encino— e infinidad de plantas y arbustos; que los antiguos Kumiai, utilizaban como alimentos, medicinas, así como para sus ritos mágicos, religiosos.

Aquellos Kumiai eran celosos y muy fieles a sus dioses, y no compartían a sus doncellas con otras tribus.

El orgullo de aquel clan, era una linda doncella llamada “Iztakat”, ágil como el colibrí y alegre como arroyuelo que baja de la montaña.

Un día bajó de esta montaña sagrada, un guerrero llamado “Cuchumá” que era miembro de otra tribu, venía cazando venado —cuando vio a "Iztakat"— impresionados; él por su belleza, y ella de su atlética figura y feroz mirada, que sin opción alguna, desafiaron a los dioses, en un mágico encuentro de amor.

Desafío y encuentro que les costó la vida.

Y es así como nace la principal; y aunque trágica, la más romántica leyenda que justifica el origen del vocablo Tecate.




Tecte

Cerro del Cuchumá


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