lunes, 1 de junio de 2015

Actividad Paranormal en el Km 58 1/2

Kilómetro 58 y medio, carretera Libre a Ensenada

Caminaba —en plan de ejercicio— muy a gusto por la orilla de la carretera que va a Ensenada, cuando una americana que tomaba café sentada en uno de los troncos que adornan un hotel, exclamo: "¡¿Cómo, o debo decir quién le echó arena a mi taza de café?!"

—Estaba tomando café muy tranquila y alguien le depositó arena a mi taza, y solo está usted como testigo, —me dijo.

—¿Me enseña su taza? —Le pregunté.

—Se la regalo. —Contestó y se retiró del lugar con un gesto entre preocupación e intriga.

Efectivamente, la taza traía un puño de arena, como recién sacada de la playa, y la playa donde esa mujer estaba, está cuando menos a doscientos metros de distancia.

Seguí caminando y más adelante le pregunté a un guardia de seguridad, de uno de esos hoteles que hay en el kilómetro 58 y medio, camino a Ensenada:

—¿Hay alguna actividad paranormal en esta área del kilómetro 58 y medio?

—¿Alguna? No, alguna no, mucha...

«Llevo trabajando aquí de guardia de seguridad por más de diez años, hago guardia en este hotel, madrugada y noche, es entonces que mueven y arrastran las sillas de su restaurante. Ruidos, uno nunca se acostumbra a oír ruidos repentinos en las noches. He notado que todo cobra mayor intensidad de una a tres de la mañana, los primeros 10 días de cada mes...

»En el terreno entre este hotel, y de aquel otro restaurante, continuamente se escuchan ya sea gritos de niños torturados; o, risas de niños ¿niños? yo diría que de duendes...

»¿Ve ese amigo que va ahí? Los duendes le hacen bromas, le esconden sus tenis, le mueven sus cosas, le hacen "bromas". Ese amigo también trabaja en el área en las noches, y por lo regular a esa hora ya no hay niños, ni adultos que hagan bromas. Un día le dije a él y a otros compañeros de trabajo, "los reto a que vengan y hagan guardia conmigo de una a tres de la madrugada en este hotel que cuido"; vienen; pero todos juntos, por que saben que aquí realmente hay algo.

»Una noche ya para entrar a la madrugada, escuché los gritos demoniácos de algo; fuerte, se escuchaban alto; para guardar evidencia y mostrárselos a mis compañeros de trabajo se me ocurrió grabarlos. Quedaron registrados, pero a diferencia, en el celular se escuchan bajo. Se escuchan continuamente; pero como le digo, uno nunca se acostumbra a los ruidos repentinos.

»Las sillas que "alguien" mueve, los murmullos, y quejidos se cree que es de una persona que decidió arrancarse la existencia en uno de los cuartos de este hotel... Y, luego en una noche de vientos intensos, vi caminar a alguien por el corredor que va a la playa, de blanco pero noté que su vestimenta no se movía con el viento, y además su ropa brillaba de una forma un usual.

»También han visto y sentido esta actividad paranormal otros compañeros, compañeras que trabajan en el área. Se cree que una señora que se aparece —que yo también he visto— es la antigua propietaria de todos estos terrenos, y se manifiesta como si todavía estuvieran bajo su cuidado.

»Es mucha la actividad paranormal que hay en este lugar; y, estás son solo algunas de las muchas experiencias que yo mismo he atestiguado...

Después de haber platicado con este amigo, con una taza de café con un puño de arena en mis manos, me retiré del lugar; algo pensativo, pues después de escuchar tantas de sus anécdotas; no me dio tiempo de preguntarle, y fue algo que no le comenté ¿quién le pudo haber hacho esa broma a esa turista americana?

—El guardia decidió quedar anónimo, por lo mismo evité poner nombres de los negocios mencionados para no interferir con su clientela—